Ferrari acudía a la temporada 2000 de Fórmula 1 más combativa que nunca con la confianza de saber que contaba con un coche y un equipo muy competitivos. Al lado del alemán ya no estaba Eddie Irvine, que se había ido a Jaguar, sino el brasileño Rubens Barrichello.
El inicio fue arrollador: Schumacher se adjudicó las tres primeras carreras de la temporada. McLaren reaccionó imponiéndose en Gran Bretaña y España, pero Ferrari triunfó en los grandes premios de Europa y Canadá. La ventaja en la clasificación general era notable: Schumacher lideraba la tabla con 56 puntos, Coulthard le seguía con 34 y Hakkinen con 32.
Los grandes premios de Francia, Austria y Alemania prometían un julio muy intenso. Fue un mes negro para Schumacher: en Magny-Cours, Michael dominaba la carrera hasta que, a un tercio del final, el motor V10 de su F1-2000 se rompió de repente. En Austria y Alemania, fue aún peor. A la salida del circuito austriaco, A1 Ring, el BAR de Ricardo Zonta le tocó por detrás y lo puso en la trayectoria de Jarno Trulli, que no pudo evitar embestirlo. En Alemania, le golpeó el Benetton de Giancarlo Fisichella. Cero puntos en tres carreras, y Coulthard y Hakkinen ya estaban a 2 puntos del piloto de Ferrari. La Scuderia se mantenía a flote gracias a Barrichello, que en Hockenheim, donde partió en 18ª posición, obtuvo su primera victoria en Formula 1 tras tomar la decisión de permanecer en pista con los neumáticos de seco, a pesar de que estaba lloviendo sobre la mitad de los casi siete kilómetros de circuito.
Hakkinen venció en Hungaroring, con lo que descabalgaba a Michael del primer puesto de la clasificación con una diferencia de dos puntos. La siguiente carrera se disputaba en Spa-Francorchamps. En las pruebas de clasificación dominó el finlandés, que tomó las riendas nada más empezar la carrera en una pista que no había terminado de secarse tras la lluvia. En la 13ª vuelta, Hakkinen dio un trompo después de pisar una línea blanca aún húmeda con los neumáticos: Schumacher aprovechó para ponerse en cabeza. En ese momento, el piloto de McLaren emprendió una remontada trepidante que lo puso a rebufo del Ferrari cuando faltaban ocho vueltas para el final.
Hakkinen intentó atacar una, dos veces, pero Schumacher se resistía ayudado por la velocidad punta del Ferrari. En la 40ª vuelta, ambos tenían delante el BAR de Zonta, al que estaban a punto de doblar: Schumacher eligió la trazada más rápida al final de la recta Kemmel y atacó por el exterior. Pero Hakkinen se jugó el todo por el todo y se lanzó por el interior. Zonta vio una flecha roja pasarlo a toda velocidad por la izquierda y otra plateada rozarlo por la derecha. Hakkinen realizó el adelantamiento más bonito de la carrera y se precipitó hacia la meta en primera posición, lo que le valió una ventaja de 6 puntos en la clasificación general.
En Monza, el piloto de McLaren podía sentenciar el campeonato. Ferrari estaba obligada a tener resultados y no defraudó. Schumacher obtuvo la pole, victoria y vuelta rápida en una carrera triste, ensombrecida por la muerte de un bombero de la CEA, Paolo Gislimberti, que fue golpeado por una rueda del Jordan de Heinz-Harald Frentzen. Era el 41er triunfo en la carrera de Schumacher, que se conmovió al descubrir que había igualado el récord de Ayrton Senna. El mundial seguía abierto: al piloto de Ferrari le separaban dos puntos del doble campeón del mundo de McLaren.
El primer Gran Premio de los EE.UU., disputado en el nuevo circuito abierto en el interior del óvalo de Indianapolis, haría renacer con fuerza las esperanzas de Ferrari. La Scuderia hizo doblete y el abandono de Hakkinen ponía a Schumacher a 8 puntos de su rival. El 8 de octubre, en Japón, el alemán estaba en la primera posición de la parrilla, pero lo pasó Hakkinen nada más iniciar la carrera. Había que recurrir a la estrategia, porque los adelantamientos en pista eran prácticamente imposibles. Ross Brawn hizo cargar más combustible en la primera parada para dar a Schumacher tres vueltas con la pista libre antes del segundo pit stop. McLaren hizo su segunda parada y Michael pilotó a un ritmo endiablado. Cuando el Ferrari salió de boxes después de la parada, Hakkinen apenas había enfilado a la recta: ¡lo habían conseguido!
Todos los aficionados del mundo vivieron las últimas 13 vueltas con el corazón en un puño. En Italia eran las 6:59 de la mañana: terminaba una sequía de 21 años, desde la victoria de Jody Scheckter en 1979. En Maranello doblaron campanas de fiesta, la gente estaba exultante por las calles: eran las primeras luces del alba, pero en los alrededores de la sede de la Scuderia había un tráfico de hora punta. Dos semanas después, en Malasia, Schumacher y Barrichello confirmaban el campeonato de Constructores para Ferrari tras lograr el primer y tercer puesto respectivamente.